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# 15 · Telesur en la construcción de otra mir...
MEDIOS | INTEGRACION LATINOAMERICANA
Telesur en la construcción de otra mirada
Por Florencia Copley
La iniciativa de comunicación Telesur, nacida en el gobierno bolivariano de Hugo Chávez con el apoyo de Cuba, Argentina y Uruguay, y el entusiasmo del pueblo latinoamericano, encierra mucho más que una televisora de gran alcance. Trabaja por la construcción de otra mirada, propia, necesaria y colectiva.
La palabra “otro/otra” en el ámbito social ya es sinónimo de una nueva construcción. Otro mundo posible, otra América Latina, otra comunicación. Es la búsqueda de un modo de ser diferente, necesario, justo y digno, alejado de aquello que impone el sistema que nos oprime y aliena. Por eso Telesur -la Televisora del sur- nos remite a “otra mirada”, un proyecto propio que se opone de manera fundamental a la mirada que el norte ha construido de nosotros.
Cierto es que Telesur no es el único proyecto de comunicación que se enfrenta a los oligopolios mediáticos, brindando esa “otra mirada”. De hecho, cada día son más los medios de comunicación alternativa que trabajan en la construcción de una información independiente de los intereses económicos de los grandes grupos empresarios. Los medios comunitarios, populares, contrahegemónicos, son los que están haciendo posible que la gente, las organizaciones y movimientos sociales, formen parte y accedan a la comunicación construyéndola desde su propia vivencia.
Así, radios y televisoras comunitarias, diarios y revistas independientes, páginas en Internet, productoras de cine documental, divulgan la información que ninguno de los medios comerciales se atreve a difundir porque atenta contra los intereses económicos y/o políticos de unos cuantos poderosos. Y esto no es poco. Los medios alternativos y comunitarios fueron, por ejemplo, quienes en Venezuela ayudaron a derrotar el golpe de Estado que los grupos empresarios en coordinación con el gobierno de Estados Unidos realizaron al presidente electo Hugo Chávez en abril del 2002. Golpe empresario, militar y mediático, ya que los grandes medios comerciales de comunicación jugaron un papel esencial en la desinformación del pueblo (aún hoy juegan ese papel) y se ocuparon de bajar la señal del único canal de TV –Venezolana de Televisión, canal del Estado- que podía brindar información veraz de lo que estaba sucediendo.
También es cierto que los medios comunitarios no son tan masivos como los medios comerciales, pues los costos de producción y distribución no lo permiten. Ahí es donde la iniciativa de Telesur adquiere su verdadera magnitud. Telesur es una televisora de alcance mundial que tiene la posibilidad de competir con las cadenas de televisión más poderosas y a la vez es capaz de brindar esa “otra mirada” que juntos construimos desde el sur.
Como dice Jorge Botero, director de información de Telesur: “Esa unipolaridad del mundo, todos mirando para el norte en un acto de veneración que raya en el arrodillamiento, tiene que ser rota. Para nosotros hay una cantidad de horizontes más allá de lo que acontece en Washington y por eso hemos puesto como lema del canal Nuestro norte es el sur”.
Cuando controlar además es negocio
En América Latina menos de un tercio de la programación televisiva se origina en la región. El 70 por ciento de su programación se importa y dentro de eso, el 62 por ciento proviene de los Estados Unidos. Según el Informe Mundial para el Desarrollo de Naciones Unidas “Para los Estados Unidos la industria de exportación más grande es el entretenimiento: películas y programas de televisión” (1).
La industria cultural es una forma de control pero a la vez un gran negocio y esto se ha evidenciado de manera creciente en las últimas décadas con el avance de la tecnología. En su artículo “Los medios cuentan un solo mundo, sin el sur" , la investigadora Ana Delicado explica que “En 1980 la UNESCO elaboró el Informe Mac Bride bajo el título: 'Un solo mundo, voces múltiples'. La información no era mercancía, sino un bien social. Estados Unidos, junto a Gran Bretaña y Singapur, acusaron a la UNESCO de querer restringir la libertad de prensa y la iniciativa privada, y de predicar consignas prosoviéticas. Era un aviso claro: estaban en juego no sólo los beneficios comerciales, sino los intereses políticos de la superpotencia” (2).
A partir de entonces se ha acrecentado la globalización en el campo de la comunicación y la concentración de los medios masivos en unas pocas manos de empresarios. Ana Delicado menciona que “Estados Unidos, la Unión Europea y Japón controlan el 90% de la información de todo el planeta” y que “De las primeras 300 empresas de información, 144 son de Estados Unidos, 80 de la Unión Europea y 49 de Japón” (3).
En lo que concierne específicamente a América Latina y el Caribe, el escritor venezolano Luis Britto, en su artículo “Telesur y la guerra mediática”, revela que en nuestra región quienes informan son “Agencias dominadas por oligopolios: CNN por Time Warner; ABC por Disney/Cap Cities; NBC por General Electric y CBS por Westinghouse. Sólo uno tiene vínculos latinoamericanos: el Cisneros Group, que controla Galaxy Latin America, introductora de DirecTV, y Caribbean Communications Networks, que maneja televisión, radio y prensa. El Cisneros Group está asociado con la GM Hughes Electronics Corp de Estados Unidos, con la brasileña TV Abril y la mexicana Multivisión. Asimismo domina Univisión, cadena que acapara las tres cuartas partes de la audiencia hispana en Estados Unidos; Imagen Satelital, el proveedor de Televisión por cable más importante de Argentina, la venezolana Venevisión, Venevisión International Film Group y Chilevisión” (4).
Nuestro derecho a la información
El 24 de mayo de 2005, Telesur inició las pruebas de sus señales satelitales y el 24 de julio, al cumplirse 222 años del nacimiento de Simón Bolívar, se realizó la primera transmisión con la presencia de los directivos del canal y el Consejo Asesor, integrado por 26 intelectuales, escritores y personalidades de la comunicación y la cultura de diferentes países, entre ellos el nicaragüense Ernesto Cardenal, el venezolano Luis Britto, el uruguayo Eduardo Galeano, el argentino Fernando “Pino” Solanas, el francés Ignacio Ramonet, el estadounidense Dany Glover y el británico de origen paquistaní Tariq Alí. Tres meses después de aquella primera transmisión, el 31 de octubre, se amplió la franja horaria a una programación diaria de 24 horas.
Telesur nació como una sociedad multiestatal con la participación de cuatro países: Venezuela con un aporte del 51 por ciento, Argentina con el 20 por ciento, Cuba con el 19 por ciento y Uruguay con el 10 por ciento. Sin embargo, según Luis Britto: “Telesur debe tener criterio independiente. El primer gesto es elocuente: Andrés Izarra, que ocupaba los cargos de Ministro de Información y de Presidente de Telesur, renuncia al ministerio. Tarek Alí enfatiza que el equipo debe tener la libertad de hacer lo que crea conveniente, aunque ello implique críticas a los gobiernos participantes. Para muestra basta un botón: en el primer noticiero de Telesur destaca la manifestación que critica la impunidad ante la muerte de 136 campesinos a manos de sicarios presumiblemente pagados por latifundistas”. Y agrega que “Para criticar, hay que comenzar por criticarse” (5). En ese sentido, antes de la primera edición de Telesur, en llamada telefónica a un programa de opinión de la televisora estatal Venezolana de Televisión, el presidente Hugo Chávez expresó: “Espero ver críticas a mi gobierno, yo soy el primer crítico de mi gestión” (6).
Partiendo de la convicción de que la información es un derecho inalienable, uno de los fuertes de Telesur es la noticia, con una cobertura internacional regida por una agenda propia y con corresponsales permanentes en Bogotá, Brasilia, Buenos Aires, Caracas, Ciudad de México, La Habana, Montevideo, La Paz, Washington y una red de colaboradores.
Telesur es un gran proyecto que irá creciendo a la vez que supera adversidades y obstáculos de toda índole, no sólo las trabas propias con las que se encontrará cualquier iniciativa contrahegemónica, sino también aquellas que implican llevar adelante un proyecto comunicativo a gran escala que necesita de la reproducción de la señal en diferentes países, acuerdos con empresas de cable y televisoras, acopio de material, tecnología, recursos, etc. Con la intención de fomentar la participación de la sociedad civil latinoamericana, el Área de Programación del canal envió una convocatoria masiva a organizaciones y movimientos para formar una “red de redes” con el propósito de que Telesur sea "una herramienta real que contribuya al proceso de integración de nuestros pueblos" (7).
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